jueves, 9 de febrero de 2012

Asumiendo

No creía en ello. Me imaginaba que era una más de las monsergas, aforismos y lugares comunes que tanto repelús me dan. Pero, ah! amigo. Esta vez no. Si, es cierto, la crisis de los cuarenta existe. Doy fe.
No es que esté llorando por las esquinas, pero si es cierto que me voy dando cuenta, voy asumiendo (asumir que bonita palabra, dura y rotunda, pero bonita) que lo de la edad no es ninguna broma.
Ahora me acuerdo de ese estúpido anuncio de los 80:
“No pesan los años, pesan los kilos”…los cojones.
Los años pesan. Vaya si lo hacen.
El deterioro es perfectamente tangible. Si, tengo cuarenta y soy capaz de muchas cosas, gracias a Dios. Puedo comer como un vikingo, puedo beber como un cosaco, puedo correr como un etíope, incluso podría trabajar como un chino (si me pagaran lo suficiente), pero noto que ya no es lo mismo.
Los dolorcillos y molestias físicas están ahí y no desaparecen al día siguiente. Los escasísimos excesos que cometo los pago con resacas y las digestiones más pesadas, y del trabajo, mejor no hablar. Se pasa de una actitud ambiciosa y proactiva, a una de mera supervivencia.
Lo del trabajo es curioso. Empiezas con los veintitantos titubeante, sin ninguna experiencia, admirando a los que si la tienen. Pasados unos años, con los treinta, te crees que lo sabes todo y miras con desprecio a los dinosaurios con la completa seguridad de que puedes hacer su trabajo más y mejor. Y luego llegas a los cuarenta y te das cuenta de que los de treinta te miran mal, los de cincuenta no van a dejarte nunca su puesto, y los de veinte… pronto tendrán treinta, con lo que solo te queda la opción de subsistir sabiendo a ciencia cierta que estás en mitad de una selva y con el culo al aire. Es como aquellos partidos en los que el favorito sale a comerse el mundo y en el minuto 80 está pidiendo la hora porque las cosas no salen como decían los pronósticos, con el agravante de que a mi todavía me queda todo el segundo tiempo por jugar y el campo está (muy) pesado.
Y miras al futuro y tampoco dan ganas de saltar de alegría. Si superas todos los obstáculos, laborales, económicos, anímicos y físicos, te quedarás en el mejor de los casos con una “tranquila” existencia lleno de achaques y con la esperanza de que te dé tiempo a disfrutar un poco de un merecido descanso. Entonces, miras alrededor para buscar ejemplos y los que ves no son para tirar cohetes.
Insisto, no estoy deprimido, ni vencido, pero razones para la consabida crisis no faltan.
No me rindo. No a estas alturas de la película, pero, manda huevos!.
Como decían Los Enemigos:

Vaya ,esto sí que manda pelotas
toda mi ambición cayo en saco roto
que tenga yo que trabajar
así es como están las cosas
Vaya, esto si que manda pelotas
a mí, que a diario me ponía las botas
que tenga yo que trasnochar
y encima pagar las copas...cuestión de pelotas
sólo cuestión de pelotas,
de pelotas
Vaya esto si que manda pelotas
ahora que iba todo viento en popa...
deja sitio empujan fuerte los de atrás
se acabó lo que se daba,
me botan
cuestíon de pelotas
solo cuestión de pelotas,
de pelotas

3 comentarios:

Diana dijo...

Estimado ex-jefe:

Te miro desde la ambiciosa (y jodida) treintena y no puedo evitar sonreir.

Puede que los años pasen (y pesen), las ganas cambien y aprendamos que, por mucho que nos esforcemos, nunca reinventaremos la rueda. Puede que, algunos treintañeros, te miren con suspicacia, desconfianza o prepotencia.

Entonces, sólo entonces, debes pensar en los otros. En aquellos que te conocimos en nuestra veintena -tu treintena- y para los que supusiste un ejemplo de profesionalidad, prudencia y saber estar.

Aquellos a quienes nos marcaste con tu liderazgo firme, pero empático.

Aquellos que luchamos cada día por que ética y empresa no se desliguen del todo.

Puede que nunca te lo haya dicho, pero no he vuelto a encontrar un jefe tan guay como tú :)

Muchas gracias.
Diana.

Cohete Sr dijo...

Me abruma usted jovencita, pero le agradezco sus palabras y, cambiando de registro, me alegra mogollón saber de ti, que tengas trabajo y que tengas un jefe con el que trabajas a gusto.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Jajajaja, mira que eres, sigues igual de polite/humilde cuando se te echa un piropo (merecido).

A seguir bien :)