sábado, 18 de agosto de 2018

Mujer, limpia y blanca purasangre

Hace unos días, leí esta noticia.
La noticia en sí, no merece mucho más allá del titular. La moza iba rápido y poquito perjudicada. En fin, yo también he sido joven, así que, quién esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Lo que llama la atención es la razón que argumentó para que el agente de la autoridad no se la llevara al calabozo, como correspondía, dadas las circunstancias:
"Soy limpia y blanca pura-sangre. (Por tanto) No quiero conocer eso (el talego)."
Entiendo que, en condiciones normales, sin alcohol empañando su entendimiento, quizá no habría conducido rápido (o si), pero seguro que no habría dicho semejante memez.
Se dice que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, y como desmontador de mitos que soy, puedo negar categóricamente este dogma, habiéndolo comprobado desde ambas perspectivas. Pero, en todo caso, no es menos cierto, que si la moza dijo lo que dijo es porque ese argumento estaba ya inserto bajo su rubia melena.
Aunque en ocasiones cueste verificarlo, se supone que, como Civilización, vamos progresando a través de la Historia, salvando obstáculos y prejuicios. Pero este del racismo y la superioridad moral de lo nuestro  en particular nos está costando lo suyo, y no se yo si lo conseguiremos algún día.
No me refiero solo al supremacismo blanco. Hay otros muchos: el puritanismo protestante, que piensa que el resto somos unos inmorales degenerados, el catolicismo, que piensa que los anteriores son unos hipócritas, el meditarraneanismo*, que piensa que todos los norteños son unos amargados  que no saben vivir y les tienen envidia; el norteñismo, que piensa que los del sur están todo el día de juerga y no dan un palo al agua, mientras viven de sus impuestos; el musulmanismo, que cree que todos los anteriores son unos infieles adoradores del diablo que merecen morir, etc, etc
Hay -ismos de todos los colores y sabores. Elige el tuyo, o probablemente ya lo habrás elegido y, aunque no seas consciente, lo defiendes a capa y espada en cuanto tienes ocasión. Porque si, porque mola y porque si no lo haces serás un ser buenista y sobre todo carente de identidad propia.
¡Abajo lo raro! y ¡Viva yo!.

*El autor también se reserva el derecho a inventarse palabros, mostrando una gran personalidad ante la obsesión correctora del procesador de texto y sus mil veces malditos subrayados en rojo. ¡Faltaría más!




sábado, 11 de agosto de 2018

Edades

Esta semana me topé con una entrevista a Kathleen Turner y la verdad es que quedé impresionado, pero no por su contenido, sino por la foto que ilustraba el artículo. Como ya he mencionado en alguna ocasión, soy simple.
Sinceramente, el contenido de la entrevista era bastante interesante. En la línea del Me too, pero con una protagonista de armas tomar, que le echó narices desde el principio, mucho antes de que existiera toda esta atención mediatica y tuitera. No me entiendan mal. Estoy muy a favor del movimiento Me too y me parece oportuno y necesario, sobre todo porque no todas las personas tenemos las narices de la Sra. Turner.
Bueno, a lo que iba, la foto muestra a una Sra Turner muy respetable, pero a años luz de la imagen que guardaba de ella en mi memoria. Para mi siempre fue una de esas mega-estrellas de Hollywood ( como Cybill Shepherd, Linda Fiorentino, Madeleine Stowe...). Bellas, inalcanzables y eternas entonces, pero que ahora son benerables, respetables, o simplemente merencen el consabido "está estupenda" (para su edad).
Recuerdo la primera sensación extraña que tuve con el tema de la edad fue cuando, estando en mis veintes empecé a admirar a futbolistas que eran más pequeños que yo. Hasta ese momento, usaba ese tipo de expresiones que venían del colegio, cuando una barrera infranqueable separaba a los de cuarto de los de quinto, y de repente me di cuenta de que era un poco ridículo. Simplemente, no es que fueran más pequeños (alguno me sacaba una cabeza), es que simplemente eran más jóvenes.
Fue mi primer encontronazo con la edad vista como un problema, y desde entonces, NUNCA ha ido a mejor.
Pese a todo, lo llevo bien. Aunque escriba sobre ello, lo llevo bien.

jueves, 9 de agosto de 2018

Ser pretencioso vs ser escritor

Decía Nosequién que para tener éxito escribiendo se requería un 10% de inspiración y un 90% de transpiración. En román paladino: si quieres ser escritor, tienes que escribir, escribir y escribir. Mucho.
Aún así, el éxito no está garantizado. Pero, al menos, lo estará el oficio, aunque sea no remunerado. Como tantos otros que lo intentan, no creo que nadie pague un chavo por mi escritura, pero al menos podré decir que escribo, o sea, que soy escritor (regalao, pero escritor).
Al hilo de esto, y con ánimo de aportar mi granito de arena al futuro de la literatura, me he dado cuenta de un error que comento con demasiada frecuencia y que impide que logre mi objetivo: soy pretencioso.
Me explico: cada vez que se me ocurre algo sobre lo que escribir, prentendo sentar cátedra sobre el asunto. A ver, otra cuestión es el resultado final, pero pretender... lo pretendo. Y lo peor es que, como no me sale, pues no escribo; luego, no transpiro, luego, ¡NO SOY ESCRITOR!
Por ejemplo, veo un artículo interesante, se me ocurre una idea, y ya me imagino a las teclas redactando el artículo que arrojará una luz definitiva sobre el asunto... pero luego... en fin. Pues eso.
Conclusión: voy a escribir a salto de mata. Lo que sea, cuando sea.
Sus vais a cagá!
Hala, mañana más.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Autoengaño

Estamos de acuerdo en que la mentira y el engaño son actividades peligrosas y censurables.
Censurable porque es una forma de obtener beneficios de manera tramposa y peligrosa porque, como suele suceder, cuando te pescan, es difícil no salir escaldado.
Lo peor del asunto, es que se suele mentir a quién se estima o aprecia. Si no es así, no es una mentira, sino una simple broma o juego, más o menos estúpido, que no tiene mayores consecuencias.
Como decía, la parte más negativa del engaño es que éste se ejerce sobre quién ha depositado su confianza en el mentiroso, de manera que, cuando se descubre el pastel, el engañado es posible que  se sienta traicionado y un tanto molesto.
A lo que iba, malo es engañar a un cliente, pero mucho peor es hacerlo a un amigo, a una pareja, a una madre, o a un hijo.
Ahora bien, lo que ya no tiene perdón de Dios, es practicarlo con uno mismo.
Llegados a este punto y confirmando una vez más que, como persona dejo bastante que desear, he de confesar que yo, lo hago. Mucho. Todo el rato:

- Voy a escribir a diario.
- Voy a llamar a un colega para quedar.
- Voy a ser más extrovertido.
- Hoy voy a ser positivo y no cabrearme ante la primera adversidad.
- Lucharé contra la Injusticia y la Desigualdad.
- Diré lo que pienso abiertamente.
- A partir de ahora seré siempre sincero...

En fin, un no parar.

Por cierto, mañana otro post

Saludos.