viernes, 11 de mayo de 2007

Moderación

Se acercan las elecciones y además en primavera que, ya sabemos, que la sangre altera. Como diría mi madre sabiamente, se juntan el hambre con las ganas de comer.
Basta con acercarse a cualquier foro de política para ver comprobar como la tensión se masca. Fascista y terrorista son dos de los más cándidos epítetos que se dirigen los de una orilla del rio a la otra. Afortunadamente todo queda en el "ciberespacio" (que cursilada), porque si bien las opiniones se vierten destilando una mala leche que ni la caducada del DIA, lo cierto es que peor sería que se lo dijeran a la cara y acabaran a leches (esta frase me ha quedado muy lactea).
Será porque internet convierte a pacíficos ciudadanos en exaltados que animados por el anonimato se dedican a lanzar soflamas incendiarias, o será que la gente tiene que soltar su adrenalina como sea y utiliza el teclado de trinchera.
Me inclino por lo segundo. Seguramente, si se cruzaran anónimos enconados adversarios y mantuvieran una conversación política, serían más moderados, e incluso terminarían tomandose copas y cantando el Asturias patria querida, y abrazados, sosteniendose en pie a duras penas, dirían aquello tan bonito de "... eres un tio putamadre, joder... ESTE TIO ES PUTAMADRE QUE SENTERE TOLMUNDO... camarero, la última profavó..."

viernes, 4 de mayo de 2007

Mal humor / Buen humor

Es sorprendente lo que nos hacen los cambios de humor. Una misma persona, ante una misma situación puede reaccionar de manera radicalmente diferente tan sólo dependiendo de su humor en el momento en que se produce. Parece una ley física, pero no lo es. Todo lo contrario, es algo infinitamente más complejo e inexplicable que un teorema que explique, por ejemplo, el movimiento de las corrientes marinas.
Un lunes frío, el despertador implacable se empeña en devolverte a la realidad a las 07:00 am. Ella no reacciona: "Mirala, como si no fuera con ella". Pones la mano sobre su hombro y lo zarandeas suavemente. Ella solo se da la vuelta y sigue durmiendo: "Será posible..., con que, esas tenemos, eh?...". El zarandeo ya no es tan suave, pero la respuesta es la misma con la única variación de un ceño ligeramente fruncido: "Pero tu que te has creido?". Miras alrededor buscando algo y tu mirada se posa en esa cajita de metal que hay sobre su mesilla. Sonries malévolo sintiendo el frio de la cajita en tu mano y la posas sobre su espalda desnuda. Ella salta como gato y se digna a abrir sus ojos ligeramente.
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El siguiente paso es dramáticamente decisivo y en él influye el maldito humor (bueno o malo) para que ella esboce una sonrisa o te mande a hacer puñetas.
Teniendo en cuenta que nos iría mejor a todos teniendo buen humor, me pregunto de que dependerá el humor, estado de ánimo, para hacernos depender tanto de sus caprichos.
Quizá a algún lumbrera se le ocurre inventar una "pastilla del buen humor" (legal), pero me temo que un permanente buen humor artificial haría perdernos la sal de la vida.
No se, habrá que darle alguna vuelta más a esto.