jueves, 3 de noviembre de 2011

Acongojaito

Me gusta mi vida.
A ver, no es que sea ni fácil, ni mucho menos perfecta. Soy un tipo manifiestamente mejorable, empezando por mi aspecto físico y terminando por mis manías y prejuicios. Tengo que madrugar mogollón, me como unos marrones en el trabajo de tamaño considerable y tampoco es que me vuelva loco de contento la rutina diaria. Salud, bien gracias. Mi situación económica es... ni me sobra para nada ni me falta afortunadamente, mi coche tiene más de 10 años,... podría seguir, pero no me gusta dar pena, ni lo pretendo, ni creo que estuviera justificada de ningún modo.
Y es que a pesar de todo, tengo la inmensa suerte de disfrutar de cuando en cuando de buenos momentos, risas con mis amigos, de besos y abrazos de mi mujer y mis enanos, e incluso algún momento de paz y descanso.
Todo ello, está sometido a un equilibrio de fuerzas que hace que me hace sentir como en la cuerda floja. Basta una ráfaga más fuerte de lo normal para caer al vacío. Una avería en el coche, un despido en nuestros trabajos, o la posibilidad de caer enfermos, que a los griegos se les vaya la pinza y todo se puede ir al garete.
Pues eso, como decía el del chiste: Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy.