martes, 25 de septiembre de 2007

Esperanzas


Malas noticias. Ayer Miguel fue al alergólogo y el resultado no fue bueno. Sigue manteniendo sus alergias, según parece agravadas y con posibilidad de que sean crónicas.
Inevitablemente, esperabamos esta visita al alergólogo con la esperanza de obtener algo positivo, pero no. La esperanza era completamente infundada, no había nada, ni un pequeño indicio que justificara su existencia, pero la Esperanza es como una mala hierba, crece entre adoquines, brota del asfalto, hasta que llega alguien (un alergólogo, por ejemplo) y la corta de raiz, quedando el esperanzado hecho unos zorros.

Volverá a crecer, y en la próxima visita probablemente nos llevemos otro chasco, pero es la única forma de tener ilusión y no dejar de luchar. Luchar ¿por qué?... pues porque es lo único que tiene sentido en esta vida, y porque Miguel, a pesar de todo está estupendo, fuerte, sano y sobre todo alegre, y eso es lo que importa.
Por cierto, ayer, el susodicho, tuvo a bien el decidirse a andar (ya le vale con 15 meses).

¿Ana? Bien, gracias un poco rebelde, pero será cosa de la edad (esos terribles 3 años). Está intentando dejar de ser un bebé para ser una niña y entender que estamos en este mundo solo "pa' sufrí", lleno de normas y restricciones... otro día hablaremos de este asunto.

Un esperanzado saludo.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Viva la madre que me parió (y mi padre, santo varón)

Estimados todos,

Hoy hace 36 años que la madre que me parió estaba con los dolores propios del momento. Según cuentas las crónicas, eran alrededor de las 07.00 en Villaviciosa de Odón. La susodicha, en la placidez del lecho conyugal, comentó a mi progenitor ciertas molestias cuyo origen podrían ser contracciones de parto.
Don Angel, que para entonces (viernes) estaba un tanto cansado, y por qué no decirlo, mosqueado después de tres falsas alarmas previas, le dijo que sería algo que le había sentado mal de la cena. Hombre... es de entender, y es que la señora no era novata, que el que suscribe es el último de cuatro hermanos, o sea, que experiencia tenía la señora como para dar tres falsas alarmas... sin olvidar que con cada alarma había que, meter a mis tres hermanos en el coche, o colocarlos con algún vecino del callejón de Arroyo y "viajar" a Madrid (entonces era una hora de coche sin tráfico).
Pero la proverbial tenacidad de mi madre y unos cuantos codazos directos a las costillas hicieron posible que mi padre se levantara diligentemente y empezara el baile.
Desconozco exactamente los detalles preparatorios, cuestión esta por investigar con mayor rigor, pero lo que si se es que cuando mi madre fue reconocida por su médico y le dijo que estaba de parto, Doña Encarna anunció su intención de ir a la peluquería antes del parto para "aprovechar el tiempo" (si, somos muy de aprovechar el tiempo en mi familia)... en cuanto el galeno salió de su estupor y recuperó la entereza y confianza en si mismo, alzó la voz y le dijo a la señora que abría la puerta camino de una sesión de moño alto con mucha laca: "Vd. no se mueve de aquí. Señora que está usted de parto, no en la cola de la pescadería..." (las malas lenguas dicen que no fue tanto la taxativa orden de este personaje, sino el hecho de no haber cogido hora en la peluquería, lo que hizo a Doña Encarna desistir de su intención).
Finalmente, al mediodía ví la luz por primera vez, y eso no lo dice nadie, pero lo digo yo que para eso soy el protagonista de esta historia, dado lo oportuno de la hora, pedí unas gafas de sol y una cañita con aceitunas, porque yo, desde entonces nunca he perdonado el aperitivo... lo que pasa es que no me entendieron, lo que provocó en mi persona un llanto desconsolado que solo se mitigó cuando mamá me dió de comer por primera vez. No era rubia cerveza, pero menos da una piedra.
Bueno, pues eso, que muchas gracias a los dos por hacer posible que hoy esté aquí contándolo.
Y colorín colorado, hasta aquí hemos llegado de momento.
Felicidades a todos por estar ahí.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Que follón!!!

Dada mi naturaleza mas bien pasiva, mi carácter taciturno, y mi tendencia a la inacción por pereza y miedo a complicarme la vida, hasta ahora prefería no hacer planes. Las razones que me daba para ello eran de una solidez aplastante, a saber:

- ¿Para qué hacer planes si luego cualquier causa externa te los puede joder y luego te quedas con tres palmos de narices?
- Prefiero no hacer planes porque me siento más libre, sin ataduras ni obligaciones. Suficientes obligaciones contractuales tenemos ya como para adquirir otras obligaciones que nos ciñan, en nuestros momentos de ocio, a estar en un momento determinado en un lugar concreto. En definitiva, prefiero la improvisación a la obligación.

Y con estos principios vivía más feliz que una lombriz viendo pasar la vida desde el sofá de mi vida...

Pero, ay amigo, me casé y no contento con ello tuvimos niños. Al principio, ella era comprensiva con mis planteamientos, si bien hay que decir que ese principio duró unos cinco minutos desde el inicio del mi matrimoño. Luego empezó a exigir aquello tan temido por mi: PLANIFICACION Y ORGANIZACION.
Mi habilidades negociadoras consiguieron llegar a una especie de entendemiento que se alcanzó con un fifty - fifty más o menos honroso (aunque, como suele ocurrir en los matrimoños, en absoluto satisfactorio para las partes).
La rendición incondicional llegó de la mano de los niños. Estos sin argumentación alguna, sin lógica, sin dialectica elaborada me han hecho convencerme a golpe de realidad de la necesidad de "hacer planes", es decir, sacarles de casa con cualquier excusa o pretexto para que vayan con entusiasmo a destrozar un inmueble cuya hipoteca me es completamente ajena, o los tímpanos de otros sufridos mortales.

Vaya esta reflexión dedicada a todas aquellas personas que son (o han sido) mis amigos, familiares y demás gente acreedora de mi ingrato cariño. Si no os he llamado más o no nos hemos visto más, no es porque no os quiera, es solo porque... me parecía un follón terrible...
Que le vamos a hacer, soy así, aunque espero cambiar, o bien que me cambie mi familia (o de carácter, o por otro).

P.D.: Las vacaciones, bien gracias, como resumen puedo decir que no hemos parado.
P.D. (2): Pese a todo lo anteriormente expuesto, me reservo el derecho a que, de vez en cuando, mi naturaleza pasiva se apodere de mi algún sábado aislado y me pueda tocar las narices como antiguamente.