jueves, 10 de abril de 2014

Alegría!

Si hace unos días era Reverte acordándose de los Sudetes a propósito de la anexión de Crimea por parte de Rusia, ahora es Monseñor barruntando el ambiente pre-guerracivilista. Olé, olé, olé. Y el partido de Le Pen como segunda fuerza política en las elecciones locales galas. ¿Para qué queremos más?
Próceres de la patria, empleados como analistas y tertulianos indican que estamos tardando en ponernos a cavar trincheras.
No quiero quitarles la razón. Ni mucho menos, pero por una cuestión de tiempo, o más bien de falta del mismo, me veo en la obligación de posponer la misión excavadora.
Para ello, y dado que siempre hay que buscar argumentos o excusas (que para el caso es lo mismo) para apoyar nuestras decisiones, he reflexionado lo siguiente:

Lo de Crimea no debe compararse de con lo de los Sudetes, básicamente porque, primero, no se ha tratado de una ocupación militar, sino de un proceso democrático que, aunque no lleve el sello de garantía de las castisimas y purisimas potencias occidentales, no por ello parece quedar desacreditada una decisión superior al 90% del electorado. Por otra parte, tampoco parece muy creíble que Mr. Putin esté buscando ningún lebensraum en este caso, sino simplemente asegurarse que sus bases en el Mar Negro, que al fin y al cabo es lo único que le interesa de Crimea, se queden cómo y dónde estaban hasta ahora, en lugar de que acaben en manos de las purisimas. Hay que entenderlo. Te pasas la vida fondeando tus submarinillos nucleares, acorazadillos y demás en Sebastopol en tu superbase, y ahora por un quitame allá un presidente ¿las vas a perder? Pues va a ser que no. A los crimeos al fin y al cabo les da igual que les den por el Putin, que por el Timoshenko.
Luego está lo de la Vieja Europa, que, ante la “inaceptable política de Moscú” exhibe músculo, haciendo maniobras en Polonia. Lo malo es que el músculo también es de vieja, y bueno, pues da más pena que miedo.
Vamos a ver, tenemos los ingredientes del 39: un tío muy mandón y con bastante morro, una vieja Europa bastante patética, y una España “al borde de la Guerra Civil” (monseñor dixit). Vale, visto así, puede cuadrar, pero es una visión excesivamente simplista si no se tienen en cuenta ciertos matices.
Rusia ya no es la CCCP, ni Putin tiene el poder de Stalin. La Rusia de hoy es un país que está descubriendo lo que mola ser libre, poder conducir tu propio Golf y veranear en la Toscana. El  ruso medio, ya no le preocupa que el comisario de turno le pase por la turmix por contrarrevolucionario, sino si gana lo suficiente para comprarse un ipad, o poder ir al concierto de los Kremlin’ Brothers.
Europa no está bien, cierto, pero no está tan mal como lo estaba en el 39. Ya sabemos el guión, y la crisis se va capeando poco a poco. Inglaterra recortando, Francia lo mismo y con la Le Pen como segunda fuerza política, Italia para qué contar, Alemania bajo sospecha de todos sus socios. Y el amigo americano pidiendo que se incremente el prepupuesto en Defensa. No digo que no tenga razón, pero tiene un encaje difícil comprar más tanques y seguir recortando servicios.
En fin, que yo sigo siendo como los que negaban la evidencia en el 39, los Chamberlain y compañía. Espero no equivocarme, por la cuenta que nos tiene.
Eso si, Europa muy digna se indigna, pero ¿Quién patrocina la Champions?....
GAZPROM… pues claro, y es que la pela es la pela.