viernes, 27 de abril de 2007

El tiempo (escaso)

Cuando era un niño (y no tanto) tenía momentos de "aburrimiento". Era una sensación terrible. Recuerdo que, en ocasiones acudía a mi madre o mi padre y con la angustia dibujada en mi cara declaraba desesperadamente:
-"Me aburro ¿que hago?".
Esperaba que me dieran una solución, un plan nuevo y maravilloso, que me descubrieran algo que me entusiasmara... y la respuesta que obtenía solía aportarme más bien poco:
-"Por qué no juegas a algo? o ¿Por qué no pintas un poco?...
"Pues que bien... anda que, te habrá originado dolor de cabeza semejante esfuerzo de imaginación y creatividad". Pensaba yo, y respondía:
- Vale, pero me sigo aburriendo....
.......................
Ahora estoy en la otra parte, es decir, soy yo el padre y sospecho que las respuestas tan "originales" que me daban se debían a que, para un padre-trabajador-con-recursos-economicos-limitados, el aburrimiento no existe. Aburrimiento, en el sentido de disponer de una cantidad de tiempo indefinida para hacer lo que quieras. Por supuesto que te aburres: en el trabajo haciendo lo mismo una y otra vez, en la cola de Mercadona viendo que se te hace tarde para bañar a los niños, viendo la tele y comprobando que sigue siendo lamentable...
Y es que no tenemos tiempo. Nos pasamos el día corriendo como gallinas sin cabeza de un lado a otro siempre con la hora pegada. Hasta en momentos de ocio nos pasa:
- "Date prisa cariño, llegamos tarde a cenar con nuestros amigos" o "Vale, pero uno rapidito, que mañana tengo una reunión con los guiris a primera hora y tengo que estar despierto"...
Incluso tengo un amigo que se lee los libros saltándose parrafos para ahorrar tiempo "total, que más da, si se sigue entendiendo" (por cierto, para mi amigo, sería un detalle por parte del autor que indicara que parrafos son los saltables, en aras a perder el menor tiempo posible).
Es de locos. El otro día en uno de esos abundantes momentos de estrés del día a día me imaginaba a mi yo adulto cogiéndo de la solapa a mi yo infantil y exigiendome que me prestara alguno de esos momentos de aburrimiento sobrantes: "Vamos damelo. Si tu no lo quieres para nada... por fa...".
Pues si: estamos locos.

viernes, 20 de abril de 2007

Inercia

En mi andadura bloguera, estoy leyendo a otra gente y curiosamente, los textos que me llaman la atención tienen autores más jovenes que yo.
Esto me lleva a varias reflexiones (probablemente absurdas y equivocadas, pero no por ello desdeñables), a saber:
- Me estoy haciendo viejo. Bueno, tenía que pasar antes o después, pero lo cierto es que ya ni soy ni pienso como lo hacía con 25 años. No es que piense que estaba equivocado entonces, sino simplemente he ido cambiando con el tiempo. Poco a poco, imperceptiblemente me he ido amoldando a cada circunstancia vital de manera mas o menos exitosa (entiendase por exitosa que no he sucumbido en el intento).
- Leo y sonrio. Aparentemente es una estupidez pero el problema está en el significado de esa sonrisa. Esa sonrisa beatifica significa "se lo que dices, yo ya he pasado por ahí (cuando tenía tu edad), las dudas, los cabreos existenciales, los enamoramientos". Es una sensación paternalista y protectora que me fastidiaba particularmente cuando era joven, es decir me hubiera odiado de haberme conocido. Lo siento, es un impulso irrefrenable el que siento de proteger, aconsejar (que mal rollo, ir por la vida dando consejos), animar... En este aspecto, ruego perdonéis mis consejos al entender que son cosas de la edad. Como dice la inclita SAOIRSE, "eso solo lo puede decir un jefe o un papá"... que previsible soy.
- Siento nostalgia de aquellos tiempos, aquella libertad, aquel romanticismo, las sorpresas, las improvisaciones, aquel "ir a la aventura", las risas, las copas, el tabaco (lo dejé hace un año y pico) y sobre todo aquellas extrañas conversaciones con las que veíamos amanecer después de una noche de "mucha sed".
.................
Me releo y pienso que soy un triste, pero no. Lo cierto es que no me importa haber cambiado, y de hecho me alegro de haberlo hecho, porque supongo que es cierto aquello que me dijo alguien mayor que yo "cada cosa a su tiempo". Me he dejado llevar, y la inercia me ha traido naturalmente hasta aquí, y bueno, este lugar no está tan mal después de todo.

lunes, 16 de abril de 2007

Aterrizando

Buenos días,

Tras la resaca y la ansiedad del inicio, con el ánimo más calmado, los pies en la tierra y la muda limpia, me dispongo a seguir con lo que queda de mi vida rutinaria antes de me llamen del Grupo Planeta o similar emporio editorial que me otorgue la vida de ociosidad y opulencia que merece mi talento.
Voy a aprovechar los escasos momentos de intimidad que me quedan para disfrutar de los pequeños placeres de la vida: salir a la calle sin ser reconocido o tomar una caña en un bar sin pedirme que dedique mi último libro.
No me quiero extender, no por falta de ideas que me sobran, sino porque, porque, porque... no quiero extenderme (los divos somos así, no necisitamos justificar nuestras sorprendentes decisiones).
Llegados a este punto, me veo en la obligación de despedirme porque veo a mis fans demasiado excitados y considero que deben practicar la moderación y la templanza.

En breve más.

P.D.: Agradecería que mi/s lector/es me explicara/n que es eso de las etiquetas y cual es su finalidad.
P.D.2: Mis fans mas avezados (hasta la fecha, yo) se habrán dado cuenta que he pasado mi primera crisis "del folio en blanco" de manera airosa.

viernes, 13 de abril de 2007

Al final me he animado

Con su permiso voy a hacer un poco de historia personal de sobre la evolución de mi pensamiento:
Al principio, de acuerdo con mi carácter tímido de erizo a la defensiva, pensé que tener un blog era cosa de presuntuosos: "hay que ver, gente que se cree tan inteligente que piensa que sus reflexiones merecen ser leídas por cualquiera". A esta etapa, siguió una larga, larguísima etapa de alevosa ignorancia de cualquier cosa relacionada con un blog. Pero, recientemente he empezado a ser infiel a mi mismo, sorprendiendome en la lectura de algunos blogueros (se llaman así no). La primera vez, me reprendí severamente, y me di un manotazo en cada mano autoconvenciendome que aquello era malo, un instrumento del diablo.
Pero como la carne el débil, volví a hacerlo...
Fueron momentos de desasosiego y confusión, insomnio y zozobra debatiéndome entre el estoicismo anti-blog y el pecado. Luché, lo intenté todo para no caer en la tentación, pero una y otra vez me sorprendía (lo cierto es que a fuerza de sorprenderme una y otra vez ya no era ninguna sorpresa, sinceramente) y los pensamientos impuros devoraban mi cabeza.
Me regodeaba pensando VANIDOSAMENTE: "mira ese tiene xxxx lectores que le adulan, le siguen y yo escribo mejor que ese".... TATE!!! ahí está la Madre del Cordero: va a ser que la HUMANIDAD me necesita, necesita leerme, conocerme, seguirme, encumbrarme, forrarme y retirarme (observese que tanto -me denota cierta pasividad de mi persona -nota para mi psicoanalista-).
Bueno, pues aquí estoy, dispuesto a ser vuestro gurú y futuro premio Pulitzer como tantas veces me ha reclamado mi publico (bueno, al menos dos veces).
Eso si, siempre con mucho respeto y con su permiso, porque como diría un admirado personaje de ficción al que admiro: Respeto y educación ante todo.