Según parece, el obispo de Córdoba ha dicho que “la incitación a la fornicación es prácticamente constante en nuestro tiempo”.
Hombre, habría que matizar que también se habla bastante de fútbol, con lo que lo de la permanencia de la incitación se puede quedar en “mucho” o en el más flexible “bastante”. Ahí no le quito razón.
Le molesta al prelado que no se cumpla a rajatabla la castidad fuera del matrimonio canónico, basándose en el dogma de “el cuerpo es el Templo de Dios”.
No voy a discutir tal aserto. Faltaría más. Considero que es perfectamente válido, y como tal, todos los cristianos tenemos la obligación moral de cuidar nuestro cuerpo y evitar que éste sea estropeado.
En lo que no estoy de acuerdo una vez más es en la fijación de la Jerarquía Eclesial en mantener que el sexo, fuera de un acto natural placentero del que nos ha provisto el Señor en su infinita sabiduría, sea un acto sucio o vejatorio que pueda mancillar el templo de nuestra anatomía.
El sexo es una de las manifestaciones del amor más hermosas que existen, pero además es una necesidad fisiológica más, y su satisfacción no creo que pueda considerarse como una manifestación de la animalidad del ser humano.
Lo antinatural, tal y como está configurada nuestra anatomía, sería no satisfacer tales necesidades.
Es cierto que los excesos, desviaciones y obsesiones en la materia son malos, pero en la misma medida en que lo son con cualquier otra cuestión que pueda afectar a nuestro cuerpo: el abuso de las grasas saturadas, el alcohol, el exceso o el defecto de ejercicio físico… en la moderación está la virtud.
Lo que no me deja de asombrar es el interés y la obsesión que representa el sexo para una parte de la Jerarquía que desconoce su esencia y significado precisamente por su carencia voluntaria antinatural. Y me sigo preguntando si no hay cosas más importantes.
Según parece el insigne prelado ya tuvo a bien opinar sobre el tema hace tiempo al asegurar aquella vez que la UNESCO tenía un plan secreto para convertir a la mitad de la población mundial en homosexual. Con un par.
En tal caso, debe estar tranquila su Eminencia puesto que si se trata de un plan de dicho organismo, lo que está garantizado es que su efectividad sería nula.
Menos mal que está usted para velar por ello, y es que, doctores tiene la Iglesia, pero flaco favor nos hace a los soldados rasos de la Iglesia tan sabias reflexiones.
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