Una vez más, escuchando distraidamente la radio en el coche, oí una frase de una tertulia que me puso de muy mala leche. Ignoro el tema de la tertulia, solo oí que un tertuliano en una de sus intervenciones siempre polémicas afirmaba con su habitual vehemencia que "la gente tiene hijos porque los tienen sus cuñadas", y que él "lo sabía porque la gente se desesperaba cuando llegaban las vacaciones y tenían que tener a los niños en casa".
Cada vez que lo pienso, me pongo malo. Pero bien, analicemos distanciadamente. En mi caso, si pretendo llegar a las causas últimas y objetivos, personales o colectivos, que me planteé para tener hijos, lo cierto es que me quedo en blanco, algo por otra parte que me ocurre con cierta frecuencia debido a mi limitada capacidad neuronal.
No tuve hijos para que me pagaran la pensión de jubilación, ni para que me cuidaran en mi senectud, ni para modelar un modelo mejorado de mi mismo, ni para satisfacer las exigencias de la Iglesia o la Patria o cualquier otro agente externo... objetivos todos ellos supongo tan lícitos como cualquier otro, con mayor o menor contenido ético, pero posibles al fin y al cabo. De hecho, no conozco a nadie con hijos que persiga ninguno de estos objetivos, o cualquier otro objetivo definido. La ausencia de objetivos me lleva a pensar que fue algo natural. De alguna forma inconsciente supe que había llegado el momento de hacerlo y tuve la inmensa suerte de poder llevarlo a cabo, y como todos sabemos, al igual que pasa con los yogures, las acciones naturales son las mejores, las más auténticas y legítimas, porque sobre ellas se fundamentan los mejores cambios de nuestra Civilización (si tertuliano, tu y tus paridas también son parte de ella).
Pero desde luego, no tengo hijos porque los tuviera previamente alguna de mis cuñadas / cuñados, hermanos, amigos, conocidos... menuda estupidez. Por esa razón me permito la libertad de abandonar mi sempiterna prudencia y llamarle a usted, apesar de su bastísima cultura, o bien malo, o bien bobo, eso si, siempre desde el cariño. Malo, porque, si realmente tiene vd. razón, hace falta mucha mala leche para destapar de un tirón lo absurdo de nuestra existencia. O bien bobo, porque, si lo dice sin la debida reflexión, una persona tan cultísima, merece el tirón de orejas que desde esta tribuna le propino. En cualquier caso, le impongo como penitencia, el cuidado y la tutela de tres inquietas criaturas para que se le quite la tontería a golpe de realidad.
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