Estamos atravesando una etapa de transición estacional, del invierno a la primavera (o verano, según se mire), del abrigo a la manga corta, del resfriado a la rinitis alérgica, de la crispación a la concordia pactual... Como en todos los cambios, nos cuesta adaptarnos. Hasta que no se acaben de definir las cosas, no sabremos para donde tirar, de manera que las cosas y las personas se comportan como gallinas en corral ajeno, dando vueltas para encontrar nuestro sitio donde poner el huevo.
Pues eso, así estamos, o así es como lo veo. Por mi parte, me sumo a esta situación y busco mi espacio entre la confusión... mi pensamiento y hasta el habla, de por si confusa y poco vocalizada, se vuelve más incomprensible si cabe... mejor estar calladito, no la vayamos a j... fastidiar.
lunes, 28 de abril de 2008
miércoles, 16 de abril de 2008
Travesía por el desierto (con oasis)
Por cuestiones jurídicamente discutibles, me veo en la obligación de prescindir de mi vehículo durante una temporadita. No es el momento procesal, ni anímico, de reflexionar sobre la justicia de la medida, sino de asumir sus consecuencias.
Siendo estas más o menos gravosas, lo cierto es que mis amigos, en particular uno de un metro noventa, rubio, ojos azules y a veces falda escocesa (como le gusta autodefinirse), están haciendo que las consecuencias se hallan minimizado cual ventanita de windows.
A lo que vamos, en mi segunda travesía mañanera he descubierto que, a pesar de que el metro o el tren no ha llegado a mi municipio, tan "solo" he tardado una hora y diez minutos en cubrir un trayecto de 40 kms. Quizá es demasiado tiempo si se considera la distancia en línea recta, pero teniendo en cuenta que el trayecto supone atravesar Madrid de suroeste a noroeste en hora punta, lo cierto es que no es moco de pavo (que ordinariez y que asco).
Por ello, y aún no habiendo cubierto sino algo más del 10% de mi condena, deseo agradecer a los entes que diseñan el transporte público en Madrid, los que lo ejecutan y los que lo conducen, su buena labor y gestión... y por supuesto al de la falda escocesa.
Ya se que, el usuario habitual de este medio me puede tachar de iluminado, de irreal, o de mamarracho y enumerarme un rosario de calamidades sufridas, pero al fin y al cabo, lo cierto es que, hoy todo ha funcionado a la perfección, y aunque sea por una vez, prefiero hacer una alabanza, que una fiera crítica fruto del malhumor que nos acompaña cada día a casi todos.
Así que... buenos días.
Siendo estas más o menos gravosas, lo cierto es que mis amigos, en particular uno de un metro noventa, rubio, ojos azules y a veces falda escocesa (como le gusta autodefinirse), están haciendo que las consecuencias se hallan minimizado cual ventanita de windows.
A lo que vamos, en mi segunda travesía mañanera he descubierto que, a pesar de que el metro o el tren no ha llegado a mi municipio, tan "solo" he tardado una hora y diez minutos en cubrir un trayecto de 40 kms. Quizá es demasiado tiempo si se considera la distancia en línea recta, pero teniendo en cuenta que el trayecto supone atravesar Madrid de suroeste a noroeste en hora punta, lo cierto es que no es moco de pavo (que ordinariez y que asco).
Por ello, y aún no habiendo cubierto sino algo más del 10% de mi condena, deseo agradecer a los entes que diseñan el transporte público en Madrid, los que lo ejecutan y los que lo conducen, su buena labor y gestión... y por supuesto al de la falda escocesa.
Ya se que, el usuario habitual de este medio me puede tachar de iluminado, de irreal, o de mamarracho y enumerarme un rosario de calamidades sufridas, pero al fin y al cabo, lo cierto es que, hoy todo ha funcionado a la perfección, y aunque sea por una vez, prefiero hacer una alabanza, que una fiera crítica fruto del malhumor que nos acompaña cada día a casi todos.
Así que... buenos días.
martes, 8 de abril de 2008
Estos europeos... (I)
La imagen general que tenemos de los USA desde este lado del charco, eufemisticamente, no es muy buena. Cuando se publica una noticia peculiar sobre ellos, en el más cándido de los casos se piensa "Estos yanquis son tontos..." , mientras los europeos seguimos mirandonos el ombligo, bebiendo Coca-Cola, con nuestros vaqueros Levi's, en la cola del cine para ver una película de Hollywood mientras suena de fondo lo último de Madonna...
No voy a ser yo quién defienda the american way of life, pero desde luego no seré quién les critique cuando aquí tenemos más problemas que el Apolo XIII en su día (o era el XII?...).
Enumerar ventajas e inconvenientes de una y otra cultura es perder el tiempo y la perspectiva, pero si quiero resaltar algunos aspectos que me parecen envidiables.
En el número uno está su sentimiento de Nación. A pesar de tratarse de un conglomerado de estados cada uno de su padre y de su madre, con diferente legislación, intereses, culturas y puntos de vista, todos ellos se sienten profundamente americanos.
No es que yo pretenda que nos sintamos muy europeos, ni creo que pueda ser sospechoso de ser identificado con un nacionalismo pan-europeo, pero lo cierto es que en toda Europa existe una tendencia irrefrenable al localismo, que es un efecto más del ombliguismo europeo. Todos nos sacamos la silla a la puerta de casa y vemos pasar a los demas y mientras saludamos, pensamos, "mira ese que pintas tiene", o "la pequeña de los Gómez, seguro que es tan ligerita como la madre"... Y es que si vemos la historia de Europa siempre ha existido un localismo, hecho que no es malo en si mismo, hasta que se convierte en excluyente. Los flamencos no pueden con los valones, los bávaros con el resto de alemanes, los milaneses norteños con el resto de los italianos meridionales, los parisinos con el resto de franceses, que decir de irlandeses, escoceses, galeses e ingleses donde todo es amor a palos... Y ya si miramos dentro de casa, apaga y vamonos. Para no ser previsible y reiterativo, solo destacaré algunos localismos curiosos (por menos aireados): los sevillanos del resto de andaluces, los de San Sebastian de los Reyes respecto de los de Alcobendas (les separa una calle), los de Elda con los de Petrel (también les separa una calle y si les dejaran la sustituirían por un muro), los vizcainos con respecto a los guipuzcoanos, y todos ellos respecto a los alaveses, los de Haro con los de Logroño, los mostoleños con los de Alcorcón... Eso si, en algo si estamos todos de acuerdo: "pero mira que son bobos estos yanquis...".
Como dicen en Fermoselle (rivales irreconciliables de Bermillo de Sayago) "Pa' mear y no echar gota".
No voy a ser yo quién defienda the american way of life, pero desde luego no seré quién les critique cuando aquí tenemos más problemas que el Apolo XIII en su día (o era el XII?...).
Enumerar ventajas e inconvenientes de una y otra cultura es perder el tiempo y la perspectiva, pero si quiero resaltar algunos aspectos que me parecen envidiables.
En el número uno está su sentimiento de Nación. A pesar de tratarse de un conglomerado de estados cada uno de su padre y de su madre, con diferente legislación, intereses, culturas y puntos de vista, todos ellos se sienten profundamente americanos.
No es que yo pretenda que nos sintamos muy europeos, ni creo que pueda ser sospechoso de ser identificado con un nacionalismo pan-europeo, pero lo cierto es que en toda Europa existe una tendencia irrefrenable al localismo, que es un efecto más del ombliguismo europeo. Todos nos sacamos la silla a la puerta de casa y vemos pasar a los demas y mientras saludamos, pensamos, "mira ese que pintas tiene", o "la pequeña de los Gómez, seguro que es tan ligerita como la madre"... Y es que si vemos la historia de Europa siempre ha existido un localismo, hecho que no es malo en si mismo, hasta que se convierte en excluyente. Los flamencos no pueden con los valones, los bávaros con el resto de alemanes, los milaneses norteños con el resto de los italianos meridionales, los parisinos con el resto de franceses, que decir de irlandeses, escoceses, galeses e ingleses donde todo es amor a palos... Y ya si miramos dentro de casa, apaga y vamonos. Para no ser previsible y reiterativo, solo destacaré algunos localismos curiosos (por menos aireados): los sevillanos del resto de andaluces, los de San Sebastian de los Reyes respecto de los de Alcobendas (les separa una calle), los de Elda con los de Petrel (también les separa una calle y si les dejaran la sustituirían por un muro), los vizcainos con respecto a los guipuzcoanos, y todos ellos respecto a los alaveses, los de Haro con los de Logroño, los mostoleños con los de Alcorcón... Eso si, en algo si estamos todos de acuerdo: "pero mira que son bobos estos yanquis...".
Como dicen en Fermoselle (rivales irreconciliables de Bermillo de Sayago) "Pa' mear y no echar gota".
jueves, 3 de abril de 2008
Tertuliano, desde el cariño, eres malo o bobo
Una vez más, escuchando distraidamente la radio en el coche, oí una frase de una tertulia que me puso de muy mala leche. Ignoro el tema de la tertulia, solo oí que un tertuliano en una de sus intervenciones siempre polémicas afirmaba con su habitual vehemencia que "la gente tiene hijos porque los tienen sus cuñadas", y que él "lo sabía porque la gente se desesperaba cuando llegaban las vacaciones y tenían que tener a los niños en casa".
Cada vez que lo pienso, me pongo malo. Pero bien, analicemos distanciadamente. En mi caso, si pretendo llegar a las causas últimas y objetivos, personales o colectivos, que me planteé para tener hijos, lo cierto es que me quedo en blanco, algo por otra parte que me ocurre con cierta frecuencia debido a mi limitada capacidad neuronal.
No tuve hijos para que me pagaran la pensión de jubilación, ni para que me cuidaran en mi senectud, ni para modelar un modelo mejorado de mi mismo, ni para satisfacer las exigencias de la Iglesia o la Patria o cualquier otro agente externo... objetivos todos ellos supongo tan lícitos como cualquier otro, con mayor o menor contenido ético, pero posibles al fin y al cabo. De hecho, no conozco a nadie con hijos que persiga ninguno de estos objetivos, o cualquier otro objetivo definido. La ausencia de objetivos me lleva a pensar que fue algo natural. De alguna forma inconsciente supe que había llegado el momento de hacerlo y tuve la inmensa suerte de poder llevarlo a cabo, y como todos sabemos, al igual que pasa con los yogures, las acciones naturales son las mejores, las más auténticas y legítimas, porque sobre ellas se fundamentan los mejores cambios de nuestra Civilización (si tertuliano, tu y tus paridas también son parte de ella).
Pero desde luego, no tengo hijos porque los tuviera previamente alguna de mis cuñadas / cuñados, hermanos, amigos, conocidos... menuda estupidez. Por esa razón me permito la libertad de abandonar mi sempiterna prudencia y llamarle a usted, apesar de su bastísima cultura, o bien malo, o bien bobo, eso si, siempre desde el cariño. Malo, porque, si realmente tiene vd. razón, hace falta mucha mala leche para destapar de un tirón lo absurdo de nuestra existencia. O bien bobo, porque, si lo dice sin la debida reflexión, una persona tan cultísima, merece el tirón de orejas que desde esta tribuna le propino. En cualquier caso, le impongo como penitencia, el cuidado y la tutela de tres inquietas criaturas para que se le quite la tontería a golpe de realidad.
Cada vez que lo pienso, me pongo malo. Pero bien, analicemos distanciadamente. En mi caso, si pretendo llegar a las causas últimas y objetivos, personales o colectivos, que me planteé para tener hijos, lo cierto es que me quedo en blanco, algo por otra parte que me ocurre con cierta frecuencia debido a mi limitada capacidad neuronal.
No tuve hijos para que me pagaran la pensión de jubilación, ni para que me cuidaran en mi senectud, ni para modelar un modelo mejorado de mi mismo, ni para satisfacer las exigencias de la Iglesia o la Patria o cualquier otro agente externo... objetivos todos ellos supongo tan lícitos como cualquier otro, con mayor o menor contenido ético, pero posibles al fin y al cabo. De hecho, no conozco a nadie con hijos que persiga ninguno de estos objetivos, o cualquier otro objetivo definido. La ausencia de objetivos me lleva a pensar que fue algo natural. De alguna forma inconsciente supe que había llegado el momento de hacerlo y tuve la inmensa suerte de poder llevarlo a cabo, y como todos sabemos, al igual que pasa con los yogures, las acciones naturales son las mejores, las más auténticas y legítimas, porque sobre ellas se fundamentan los mejores cambios de nuestra Civilización (si tertuliano, tu y tus paridas también son parte de ella).
Pero desde luego, no tengo hijos porque los tuviera previamente alguna de mis cuñadas / cuñados, hermanos, amigos, conocidos... menuda estupidez. Por esa razón me permito la libertad de abandonar mi sempiterna prudencia y llamarle a usted, apesar de su bastísima cultura, o bien malo, o bien bobo, eso si, siempre desde el cariño. Malo, porque, si realmente tiene vd. razón, hace falta mucha mala leche para destapar de un tirón lo absurdo de nuestra existencia. O bien bobo, porque, si lo dice sin la debida reflexión, una persona tan cultísima, merece el tirón de orejas que desde esta tribuna le propino. En cualquier caso, le impongo como penitencia, el cuidado y la tutela de tres inquietas criaturas para que se le quite la tontería a golpe de realidad.
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