viernes, 1 de mayo de 2020

Nueva Anormalidad

En estos tiempos convulsos es complicado tener una visión clara, objetiva y razonable de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Ahora que no existe la verdad, sino la tuya, o la mía, o la de la COPE, o la SER, lo importante es dominar el relato.
Para ello nos valemos de múltiples mecanismos como la sobre-información, las medias verdades, los datos confusos, las cifras interpretadas de manera interesada, las comparativas de situaciones similares en marcos incomparables. Son herramientas que, en manos de gente inteligente, hacen que, aún con el mejor propósito y espíritu crítico del ciudadano medio interesado en hacerse una idea objetiva de lo que pasa, le resulte una tarea heroica que acaba abandonando. 
No es algo nuevo. El inicio de la propaganda y la manipulación interesada de los hechos lleva existiendo siempre. Desde el Antiguo Egipto, donde los escribas y artistas dejaban constancia en papiro y piedra las virtudes y hechos notables de los faraones; pasando por Herodoto, hasta llegar a nuestros días. Nuestra triste Guerra de Cuba fue fruto de manipulación informativa a manos del que ahora es considerado como el más preclaro adalid de la prensa libre y objetiva, Mr. Pulitzer.
Aunque está todo inventado, la capacidad humana nunca deja de sorprendernos y todavía podemos llegar más allá, y llegamos. Y nos inventamos el neuromarketing, y así sin que se note, nos la cuelan mientras miramos distraídos una puesta de sol con la radio de fondo, escuchamos una bonita canción, o creemos relajarnos viendo una película.
Si, mientras estamos esperando la rueda de prensa del Gobierno, ávidos por saber cuando vamos a poder salir de casa, en qué hora y hasta donde, nuestros máximos responsables, sin comerlo ni beberlo, nos dan las buenas noticias anunciando que ésta es la nueva normalidad. Y nos lo comemos, y hacemos planes y hasta nos ilusionamos de poder pasear a un kilómetro de casa, después de mes y medio encerrados. Joder, todo un logro. Nos ha costado llegar hasta aquí, pero ya lo hemos hecho, ya volvemos a la vida normal. Por fin veo la luz al final del túnel.
Pero mi mujer, que es mucho más lista que yo, me hizo reflexionar sobre esto. Ella lo que quiere es la antigua normalidad, esa en la que podías salir cuando y donde querías, o decir lo que te salía de la peineta sin miedo. Eso es lo normal. Esto de ahora NO.


No hay comentarios: