Dicen Los Listos, que no vamos a alcanzar la inmunidad de grupo hasta 2022, y que los modelos matemáticos aplicados a la propagación del virus muestran que, actualmente "tan sólo" entre el 25% y el 30% de la población ha pasado por el contagio, lo que significaría que al resto de la población, todavía nos queda pasar por el aro.
Por mi parte, sin ningún estudio realizado, ni basado en ningún análisis riguroso, ni nada que se parezca a un modelo matemático, pienso que son un poco exagerados. En todo caso, entiendo que el bicho va a ser parte de nuestra vida y que, en lo sucesivo habrá que andarse con ojo, de la misma forma que debemos andarnos con ojo con el colesterol, con la sal, con el tabaco, con la falta de ejercicio, con las radiaciones solares, etc, etc.
¿Voy a cambiar mi vida? Indudablemente, pero tampoco me voy a volver loco. Voy a dejar de dar besos por esa pintoresca cortesía social que tenemos tan arraigada de besarnos y tocarnos con extraños a la mínima oportunidad. A partir de ahora seré como la española de la copla y cuando bese, besaré de verdad, porque no me interesa besar por frivolidad.
Pero no me veo viviendo con mascarilla, guantes y gel desinfectante toda la vida. Ahora si, vale, no hay problema. Porque el asunto está muy reciente y por respeto a los demás. Haré todo lo posible para que, en la medida de lo posible, no ser un factor de riesgo para mis congéneres.
Lo que tengo claro es que no pienso vivir asustado de ahora en adelante y, por higiene mental, recomiendo que, una vez pasado el dolor y el susto, volvamos a la vida normal. A trabajar, al transporte público, a los bares, cines y teatros sin ningún miedo. Con otras costumbres, con más cuidado, vale, pero sin volvernos locos.
Esto hay que ponerlo a funcionar de nuevo sencillamente para evidenciar que podemos superarlo.
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