Cuando se habla de un país solemos hacernos abstracción de un conjunto de peculiaridades que nos vienen a la cabeza y construyen en nuestro subconsciente un estereotipo. Así, cuando nos hablan de Alemania nos viene a la cabeza que es el motor de Europa, un país eficiente, organizado, que tiene pasta y que son los que mandan de hecho en Europa. Francia se nos presenta sofisticada, avanzada, reivindicativa y orgullosa.
Pese a estas ideas, todos somos conscientes de que existen alemanes que son desastres con patas y holgazanes, o franceses garrulos y reaccionarios, pero las excepciones no hacen más que confirmar la idea general.
Con países con un peso internacional tan relevantes lo tenemos claro, pero ¿qué pasa con aquellos que solo saltan a las portadas de vez en cuando? ¿Qué opinión tenemos de Macedonia? ¿Mali? ¿Indonesia?
Lo cierto es que si nos preguntan por un país "secundario" la mayoría no sabemos qué decir... a no ser que sea tu vecino. Ese vecino con el que te llevas muy bien, muy mal, o simplemente no te llevas (que significa, que te llevas mal, pero no lo reconoces porque eres diplomático). Seguro que si le preguntas a un griego, te dice cuatro cosas de los macedonios; un mauritano te hablará largo y tendido de un maliense, o un malayo sabrá explicarte "objetivamente" como es un indonesio.
A nosotros nos ha tocado Portugal, Francia y Marruecos. Desde hace más de 40 años no nos queman camiones en la frontera francesa, y que yo recuerde, no he vivido nunca ninguna tensión con los compadres portugueses más allá del Bernabeu. Pero, ¡ah amigo! ¿qué pasa con Marruecos?
Lo de Marruecos es un caso aparte. Evidentemente hay una relación complicada, asimétrica y, por lo que parece, mutuamente irritante. Desde el Desastre de Annual, hasta ahora, pasando por la Guerra de Sidi Ifni, la Marcha Verde y el incidente de la Isla de Perejil, lo mejor que se puede decir es que se trata de una relación cuando menos tóxica.
Esto no va a parar. Habrá más incidentes, más provocaciones y momentos incómodos; aunque no creo que la sangre llegue al río, o al menos, Mr. Biden, el compadre Xi, o el camarada Vladimir no van a permitir que se desestabilice demasiado el asunto, por las imprevisibles repercusiones que podría tener.
Hace poco me indignaba publicamente por la incompetencia del Gobierno Español, pero una vez que el riego volvió a mi cerebro pude contrastar que la actuación de este gobierno no ha sido muy distinta al respecto que la de sus predecesores tanto socialistas como populares; y lo cierto es que, tampoco se puede hacer nada más.
Lo malo es la gente. La de aquí en Ceuta y Melilla,que sufren el miedo a que pase algo "gordo", pero sobre todo la de allí, que me temo que que ni pueden elegir otra alternativa que la que mandan las Autoridades marroquíes, ni probablemente sabrían hacerlo si pudieran.
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