Había que decirlo y se dijo. Públicamente. Blanco sobre negro. Estoy muy cabreado.
Ya no sólo porque no pueda tener una opinión disidente sin que haya alguien del Equipo Gubernamental de Opinión Sincronizada (EGOS) que piense que soy un facha, un casposo o que huelo a cerrado, como les gusta decir a sus acólitos. Tampoco por la humillación a que nos somete a todos tomándonos por gilipollas. Lo peor de todo es su impavidez. Le ves en cualquiera de sus intervenciones matizándose a sí mismo y su cara de hombre recto sin sombra de pecado me saca de quicio ¿Cómo puede tener ese cuajo? ¿Cómo es capaz de mentir con esa desfachatez y al tiempo acusar al resto de propagar bulos y desinformación?
Lo peor es que sé positivamente que sacarme de quicio, a mí y a cualquiera que se atreva a discrepar, es su objetivo para luego de insinuar "ves como eres un facha". Y yo aquí, con mi cara de gillipollas, como decía Krahe, siendo, una vez más parte del problema, en lugar de aportar algo para la solución.
Por eso, ya llega el momento de sentarse y esperar que caiga el chulo de playa.
Porque va a caer y cada vez está más cerca. Le van quedando menos cartuchos y los suyos lo saben. Hasta los EGOS lo saben y tendrán que buscarse otro chaman al que arrimarse cuando el ídolo caiga. Se van cayendo del guindo cuando nos chulea el transporte público a los madrileños, cuando los alquileres no bajan, cuando los que creyeron en sus miles de viviendas públicas ven como no se ha hecho absolutamente nada, ni se va a hacer, y en definitiva cuando todos los que se han creído en su palabra y en sus promesas se vean que ni lo uno ni lo otro tienen el más mínimo valor.
Lo malo es que mientras tanto las cosas se van pudriendo y será más difícil sanearlo todo.