Muchas veces me siento delante del teclado y pienso que puedo con mis reflexiones escritas.
Invariablemente, la respuesta es poquita cosa, como diría aquél holandés herrante: "caquita de paloma".
Dicha conclusión, retrae mis ansias expresivas, que se ven coartadas por la nula trascendencia de mi aportación a la Humanidad.
Pero hoy he visto la Luz.
¿Y qué más dá? ¿Y qué si me equivoco? ¿Y qué?
Al fin y al cabo, el proceso de pensar, escribir y, sobre todo, rebatir y criticar las chorradas que escribe "un otro" es lo que hace avanzar a la Humanidad. Por tanto, en mi torpe intento de impulsar el progreso de mis congéneres, me lanzo al barro de la escritura irreflexiva para que vengan los listos e instruidos a corregirme, enmendarme y superarme con sus aportaciones que, esta vez sí, supongan valiosas muestras de inteligencia aplicada a la Evolución.
Allá voy, a calzón quitao. "Sus vais a cagá".
De momento, yo lo de endurecer las restricciones, no lo veo. ¿Me apoyo en estudios científicos, en cifras contrastadas y predicciones basadas en modelos estadísticos comparados? Pues, mira, no.
Me baso en que llevamos ya un año de angustia, de espera, de ansiedad, de asfixia económica y de un sinvivir que no puede ser nada bueno. Llega un momento que, puestos a arriesgar, prefiero arriesgar mi vida a seguir viviendo una vida "segura" encerrándome en casa sine die. No quiero que el día que me comuniquen que al fin soy libre, me encuentren super-feliz contando los puntitos de gotelé de mi habitación, o que me dé por ir por ahí todo el día enmascarado pensando "si, si, este virus ya ha pasado , pero vendrán otro, y a mí, no me pillarán... ¡JA,JA,JA,JA! (risa de personaje de moralidad o estabilidad psíquico-emocional dudosa).