El próximo miércoles tenemos una huelga feminista.
En esto, como en otras muchas cosas, mi posición ha evolucionado.
Una vez asimilado la primera acepción de la RAE al respecto, entiendo que el feminismo no es un peligro, sino una necesidad real e impostergable.
En la medida en que mi evolución pudiera ayudar a otros, voy a compartirla con uztede vozotroh, ya que, teniendo en cuenta la simpleza de mi funcionamiento mental, es posible que mi evolución sea aplicable a una legión de gente.
Siempre he sentido el feminismo como algo amenazante. Algo que pretendía anularme. Era un "ellas o nosotros".
Es algo inevitable, porque todos nosotros, desde que dejamos de gatear y empezamos a entender algo de lo que nos rodea, recibimos una serie de ideas que condiciona nuestro comportamiento y forma de pensar.
Cuando alguien intenta cambiar ideas que están tan incrustadas en nuestro comportamiento, es lógico que reaccionemos con rechazo. También ocurrió (y ocurre) con las diferencias raciales, de clase, de educación, religiosas, culturales... es inevitable, pero no inamovible.
Como, repito, soy muy simple, hasta ahora no me había planteado otra visión. Pero, ah amigo!, ni con mi mujer, ni con mi hija quiero ninguna discriminación. Ni salarial, ni profesional, ni de ningún otro tipo.
No es una cuestión de que me quieran sustituir, o que sean mejores. La cuestión es que son iguales, ni más ni menos.
Cuento con que, en el camino para lograrlo efectivamente, va a haber quién "se pase tres pueblos". Habrá quién diga que hay que castrarlos a todos, o que hay que ponerles un burka. Pero históricamente nunca hemos llegado a ningún sitio sin ese tipo de tensiones.
Nos tendremos que tragar lo de los "micro-machismos", lo del lenguaje sexista, los juguetes de género, el feminismo en las escuelas, pero en fin, los cambios buenos nunca han sido fáciles, pero ¡con dos... lo que sea! lo conseguiremos.
domingo, 4 de marzo de 2018
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