Que los ingleses se van de la UE!
Que vienen los comunistas!
Que los catalanes se independizan de España!
Que sube el litro de Don Simón!
Son cuestiones todas ellas altamente preocupantes, o no, según se mire.
Sin embargo, creo firmemente que todo ello se puede superar y no me preocupa especialmente ninguna de ellas.
No creo que Europa se vaya a derrumbar porque unos tíos, que ya estaban bastante apartados, se aparten un poco más. No entraron en el Euro y se pasan las decisiones del parlamento europeo por el arco del triunfo, luego ¿qué importa que no estén formalmente en algo de lo que hace tiempo no participan?
Lo mismo pienso con respecto a Cataluña. Ya desde que estaba Pujol, y éste era honorable, consideraba que era una rémora construir un proyecto nacional con quién únicamente está interesado en sus propios asuntos, considerando al resto como atrasados y prescindibles.
Me considero profundamente liberal, en el sentido más amplio del término, y por tanto no me da ningún miedo que libremente decidan si quieren o no quieren ser parte de España. De la misma forma que no me importarían aceptarlos de nuevo si, una vez separados se quisieran volver a juntar, aunque eso si, tendríamos que votarlo todos los demás.
Para mi ser español es un orgullo y un honor, y desde luego, no quiero españoles renegados, ni españoles forzados, ni quiero conceder el honor de ser español a quién no lo sienta con orgullo y determinación.
¿Y qué hacemos con los comunistas? Pues nada, evidentemente.
Dice el refrán que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Es fantástico prometer la luna y convencer a la peña que eres el Mesías, pero ah!, vendrá la realidad y te pondrá en su sitio.
Aparte de liberal, tengo un gran respeto por las matemáticas, y en este caso, las cuentas no me salen. Para hacer lo que dicen hace falta financiación y ¿de donde va a salir?. Pues eso, que no me creo todo lo que oigo. Miren ustedes a Grecia, a Madrid, o Barcelona. No se han derrumbado. Lo del Partenón ya estaba roto cuando llegaron ellos.
Al fin y al cabo, de todos estos trascendentes y apocalípticos cambios, si al final salen tan mal como dicen, al menos servirán para que aprendamos algo.
En definitiva, tomen ustedes decisiones sin miedo que la vida son dos días.
Lo que ya no veo tan claro es lo del litro de Don Simón.
Un abrazo.
viernes, 24 de junio de 2016
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