Llega el momento de la verdad. Tras las primeras semanas de gobierno y muchas reuniones, han de tomar una decisión. La decisión que desvelará si lo de los griegos es una izquierda hipster-modernilla, u bien una izquierda "como Dios manda", ortodoxa, de las de plan quinquenal y tabla rasa con el capital.
Teóricamente lo segundo ya no existe porque, también teóricamente, ya se ha comprobado que no funciona. Pero estos nuevos revolucionarios tienen intención de reinventar la Historia, y veremos como acaba.
Desde mi análisis de barra de bar, creo que Varoufakis no se pondría tan macarra con sus "socios" europeos si no tuviera un plan B. Quizá no es una eminencia reconocida en Economía, y dicen los que entienden que se ha hecho famoso solamente por lanzar soflamas populistas, pero al margen de estas obviedades, creo que de tonto no tiene un pelo el menda.
En caso de desacuerdo, como parece lo más probable, debe tener en la manga algún pacto con algún gobierno de su cuerda. Lo malo de esta opción es que la mayoría de sus otros socios ideológicos están pasando por apuros notables con el precio del barril de petróleo. Además Rusia mantiene una fuerza, perdón, tiene unos simpatizantes muy majetes en el Este de Ucrania que deben costar una pasta, aunque solo sea por los blindados que les han prestado, así que no está el horno para bollos con Vladi.
La otra opción que tiene es tirar por la calle de en medio sin ayudas exteriores, quedarse sin liquidez y empezar a expropiar y nacionalizar a troche y moche como si no hubiera un mañana, para conseguir pagar las nóminas y facturas básicas que permitan subsistir a la espera de reorganizarse.
Un momento interesante sin duda.
Espero que los griegos, mas allá de un gobierno u otro, tengan suerte en esta encrucijada y su experiencia sirva de algo.
martes, 17 de febrero de 2015
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