No me atreví a hacerlo en el funeral. Pensé que no sería capaz de hacerlo dignamente y por tanto, prefiero escribirlo pasado un tiempo. De este modo, mi pena y mi llanto se queda a solas conmigo.
Hace poco más de un mes que se fué. Discreto, sin querer molestar, como cuando le iba a ver y al poco de llegar me decía que me fuera, que tendría muchas cosas que hacer entre mi trabajo y los niños. No es que le molestara mi visita, al contrario, pero él por no molestar, no le importaba que la visita fuera corta.
A pesar de todo, yo cumplía con el "tiempo reglamentario", por que aunque apenas podíamos mantener una conversación normal, si podíamos comunicarnos con la mirada y el tacto.
De nada sirve lamentarse ahora, pero el egoísmo y la inocencia de la infancia, y la estupidez y arrogancia de la juventud impidieron que me comunicará contigo todo lo que debiera.
Al menos, como con todos los errores que se cometen, he podido aprender algo. Y es que, aunque soy poco comunicativo (eufemismo al canto), he de hablar más, aún sin ganas. No dejar de contar "mis cosas" a los que quiero y me quieren. Es importante.
Gracias papá, gracias por enseñarme, por quererme tanto, por entregarte hasta el agotamiento, por tu ejemplo, tu esfuerzo, tu paciencia, tu honestidad y tu nobleza, porque aún en los peores momentos se te iluminaban los ojos al recibir noticias de tus nietos, por tu sonrisa como el día que te explicaron quién era y que hacía Bob Esponja, memorable. Por no rendirte.
Gracias por quedarte en mi memoria e iluminar mi camino. Haré todo lo posible para estar a la altura.
PD.: Lo que leyó Jaime fue genial. Te sentirías super orgulloso. Se lo tengo que decir. Seguro que a ti te sorprendió tanto como a mi, y también te brillaron los ojos.
Hasta siempre.
domingo, 30 de octubre de 2011
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