Me gusta mi vida.
A ver, no es que sea ni fácil, ni mucho menos perfecta. Soy un tipo manifiestamente mejorable, empezando por mi aspecto físico y terminando por mis manías y prejuicios. Tengo que madrugar mogollón, me como unos marrones en el trabajo de tamaño considerable y tampoco es que me vuelva loco de contento la rutina diaria. Salud, bien gracias. Mi situación económica es... ni me sobra para nada ni me falta afortunadamente, mi coche tiene más de 10 años,... podría seguir, pero no me gusta dar pena, ni lo pretendo, ni creo que estuviera justificada de ningún modo.
Y es que a pesar de todo, tengo la inmensa suerte de disfrutar de cuando en cuando de buenos momentos, risas con mis amigos, de besos y abrazos de mi mujer y mis enanos, e incluso algún momento de paz y descanso.
Todo ello, está sometido a un equilibrio de fuerzas que hace que me hace sentir como en la cuerda floja. Basta una ráfaga más fuerte de lo normal para caer al vacío. Una avería en el coche, un despido en nuestros trabajos, o la posibilidad de caer enfermos, que a los griegos se les vaya la pinza y todo se puede ir al garete.
Pues eso, como decía el del chiste: Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy.
jueves, 3 de noviembre de 2011
domingo, 30 de octubre de 2011
Lo que no leí
No me atreví a hacerlo en el funeral. Pensé que no sería capaz de hacerlo dignamente y por tanto, prefiero escribirlo pasado un tiempo. De este modo, mi pena y mi llanto se queda a solas conmigo.
Hace poco más de un mes que se fué. Discreto, sin querer molestar, como cuando le iba a ver y al poco de llegar me decía que me fuera, que tendría muchas cosas que hacer entre mi trabajo y los niños. No es que le molestara mi visita, al contrario, pero él por no molestar, no le importaba que la visita fuera corta.
A pesar de todo, yo cumplía con el "tiempo reglamentario", por que aunque apenas podíamos mantener una conversación normal, si podíamos comunicarnos con la mirada y el tacto.
De nada sirve lamentarse ahora, pero el egoísmo y la inocencia de la infancia, y la estupidez y arrogancia de la juventud impidieron que me comunicará contigo todo lo que debiera.
Al menos, como con todos los errores que se cometen, he podido aprender algo. Y es que, aunque soy poco comunicativo (eufemismo al canto), he de hablar más, aún sin ganas. No dejar de contar "mis cosas" a los que quiero y me quieren. Es importante.
Gracias papá, gracias por enseñarme, por quererme tanto, por entregarte hasta el agotamiento, por tu ejemplo, tu esfuerzo, tu paciencia, tu honestidad y tu nobleza, porque aún en los peores momentos se te iluminaban los ojos al recibir noticias de tus nietos, por tu sonrisa como el día que te explicaron quién era y que hacía Bob Esponja, memorable. Por no rendirte.
Gracias por quedarte en mi memoria e iluminar mi camino. Haré todo lo posible para estar a la altura.
PD.: Lo que leyó Jaime fue genial. Te sentirías super orgulloso. Se lo tengo que decir. Seguro que a ti te sorprendió tanto como a mi, y también te brillaron los ojos.
Hasta siempre.
Hace poco más de un mes que se fué. Discreto, sin querer molestar, como cuando le iba a ver y al poco de llegar me decía que me fuera, que tendría muchas cosas que hacer entre mi trabajo y los niños. No es que le molestara mi visita, al contrario, pero él por no molestar, no le importaba que la visita fuera corta.
A pesar de todo, yo cumplía con el "tiempo reglamentario", por que aunque apenas podíamos mantener una conversación normal, si podíamos comunicarnos con la mirada y el tacto.
De nada sirve lamentarse ahora, pero el egoísmo y la inocencia de la infancia, y la estupidez y arrogancia de la juventud impidieron que me comunicará contigo todo lo que debiera.
Al menos, como con todos los errores que se cometen, he podido aprender algo. Y es que, aunque soy poco comunicativo (eufemismo al canto), he de hablar más, aún sin ganas. No dejar de contar "mis cosas" a los que quiero y me quieren. Es importante.
Gracias papá, gracias por enseñarme, por quererme tanto, por entregarte hasta el agotamiento, por tu ejemplo, tu esfuerzo, tu paciencia, tu honestidad y tu nobleza, porque aún en los peores momentos se te iluminaban los ojos al recibir noticias de tus nietos, por tu sonrisa como el día que te explicaron quién era y que hacía Bob Esponja, memorable. Por no rendirte.
Gracias por quedarte en mi memoria e iluminar mi camino. Haré todo lo posible para estar a la altura.
PD.: Lo que leyó Jaime fue genial. Te sentirías super orgulloso. Se lo tengo que decir. Seguro que a ti te sorprendió tanto como a mi, y también te brillaron los ojos.
Hasta siempre.
sábado, 12 de marzo de 2011
Mas viejo
Cuando mejor estaba de forma, cuando estaba con más energía que nunca, cuando estaba a punto de convertirme en un maratón-man, vino la realidad y me puso en su sitio: hernia de disco L5-S1 con afectación del nervio ciático. Si es que, no somos nada... y yo menos que nadie. Pero, NO ME RINDO.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)