Esto lo escribí hace un mes, pero salvo algunos detalles sin importancia, la reflexión es igual de válida, así que, ahí va eso:
Soy una persona bastante tímida. Vergonzoso hasta límites insospechados. Tanto es así, que a veces me comporto de manera extraña a los ojos de los demás. Este inconveniente lo he ido superando, a medias, con el paso del tiempo, cuando adquirí consciencia de que ni yo tenía tantos defectos como pensaba, ni los demás eran tan perfectos como aparentaban. Lo malo es que, mi pérdida de vergüenza personal se ha visto compensada por la asunción de la poca vergüenza de alguno de mis congéneres. Vamos, que lo mío es un no parar de juerga personal.
Hay muchas ocasiones en las que, cuando veo en la tele, oigo en la radio, o leo en el periódico, las hazañas de políticos y demás fauna mediática, me dan ganas de meter la cabeza en un agujero y no sacarla en un mes. Y es que, ejemplos, no me faltan. Francisco Camps es un tipo que, en particular, me da bastante repelús. Yo no se si es víctima de un montaje, como él mantiene, o sencillamente, tiene un rostro de cemento, pero lo cierto es que, cada vez que abre la boca para decir lo feliz que le hace estar imputado, preferiría que se pusiera a bailar por bulerías vestido de gitana (creo que eso me daría menos vergüenza ajena). Me da un poco de yu-yu también la creencia de Florentino Pérez de que, sacando la chequera y trayendose a Mourinho, vaya a espantar todos sus males, y empezar a conseguir títulos. No puedes quitar a Pelegrini, después de la temporada que ha hecho, es absurdo.
Me da vergüenza ir de favorito al mundial. No se, pero creo que me siento más cómodo, quizá por haberlo usado tanto tiempo, con el traje de “a ver si pasamos de cuartos”. Me corta mogollón tener un Gobierno tan vacilante y tan mojigato, incapaz de asumir sus propias e ineludibles decisiones.
Lo paso fatal con “decisiones populares” como que vaya el Chiquilicuatre (o Carmele) a Eurovisión, o que Belén Esteban gane el Mira Quien Baila, y eso que son dos eventos de los que paso totalmente y evito hasta la obsesión. Pero el hecho de pensar que millones de mis paisanos lo ven con regularidad y puntualidad suiza y que pierden su tiempo y su dinero votando por semejantes personajes, es algo que me deja en un estado rayano en el shock emocional.
Me apabulla la actitud de la Jerarquía Eclesial en muchos aspectos. Es curioso, pero las veces que voy a misa ultimamente, oyendo a “párrocos rasos”, me siento mucho más cercano a la Iglesia como comunidad de lo que cabría esperar, pero luego llegas a casa y ves en las noticias a un monseñor metiendo el cuezo hasta las axilas, y preferiría que le hiciera los coros a Camps, vestido también de gitana.
En fin, que esto es un no parar. Señor, ¿Tan difícil es que esté un poquito mejor repartida la vergüenza en este mundo? ¿Qué he hecho yo para soportar el peso de la vergüenza de tanto majadero?
sábado, 19 de junio de 2010
martes, 11 de mayo de 2010
Los ataques
Nos asedian.
Hay especuladores que, cual corsarios berbeneros, se dedican a putear nuestra economía, ávidos de que caigamos en desgracia, arrastrando a la vieja Europa tras nuestros pasos.
¿Con que objeto?
Esta claro, forrarse.
Pero ¿quienes son? ¿donde están? ¿por qué nadie les mete en vereda?
Sinceramente creo que esa no es la cuestión. Quiero decir que no hay vampíricos señores millonarios con chistera, como los pintaban antiguamente, forrándose con nuestras desdichas.
Ignoro por qué, pero hay una gran parte de los medios de comunicación que nos quieren hacer luchar contra unos enemigos que no existen.
Simplemente creo que estos lodos tan fastidiosos, vienen de los polvos generados por la Gran Mentira. Y en esa mentira, amiguitos míos, hemos participado todos. Desde el neoliberal más acérrimo, hasta el camarada más ortodoxo. Nos hemos comprado casas, coches, consolas, hemos hecho reformas, nos hemos asociado, hemos "ampliado los servicios", nos hemos renovado, con el único objetivo de hacernos valer, o como dicen ahora, poner el valor cosas que no valen lo que aparentan.
En definitiva, nos hemos gastado lo que no teníamos y ahora necesitamos financiarnos, pero como a más de uno se le ha visto el plumero de insolvente, se ha cerrado el grifo y ya no hay más barra libre para nadie. Ni para empresas, ni particulares, ni estados, ni comunidades autónomas o de vecinos.
Y ahora ¿que? ¿Quién se ha llevado la pasta?.
La respuesta es más triste que otra cosa: nadie, porque la pasta, o mejor dicho el valor sobre el que se asentaba, no existía. Ese apartamento de un dormitorio en el quinto pino no vale 300.000 €, ni acondicionar el cuarto de baño esos 4.500 €, ni tunear el coche pa' dejarlo to' guapo esos 2.000 € del ala. No señor, nos hemos estado engañando en cadena unos a otros y ahora no valemos ni para tomar por ...
Si, ahora miramos a los países emergentes porque tiene liquidez... pero también es mentira... al fin y al cabo su progresión se debe a nuestra mentira, y ahora que no tenemos pasta ¿a quién le van a vender?
Si, se que es un análisis muy personal, es decir, muy poco profesional, pero me da a mi en la nariz que no me equivoco demasiado, y lo peor es... lo que nos queda.
Llegados a este punto, solo puedo recomendar, la mesura, la humildad, el esfuerzo y la resignación. No hay otra.
Hay especuladores que, cual corsarios berbeneros, se dedican a putear nuestra economía, ávidos de que caigamos en desgracia, arrastrando a la vieja Europa tras nuestros pasos.
¿Con que objeto?
Esta claro, forrarse.
Pero ¿quienes son? ¿donde están? ¿por qué nadie les mete en vereda?
Sinceramente creo que esa no es la cuestión. Quiero decir que no hay vampíricos señores millonarios con chistera, como los pintaban antiguamente, forrándose con nuestras desdichas.
Ignoro por qué, pero hay una gran parte de los medios de comunicación que nos quieren hacer luchar contra unos enemigos que no existen.
Simplemente creo que estos lodos tan fastidiosos, vienen de los polvos generados por la Gran Mentira. Y en esa mentira, amiguitos míos, hemos participado todos. Desde el neoliberal más acérrimo, hasta el camarada más ortodoxo. Nos hemos comprado casas, coches, consolas, hemos hecho reformas, nos hemos asociado, hemos "ampliado los servicios", nos hemos renovado, con el único objetivo de hacernos valer, o como dicen ahora, poner el valor cosas que no valen lo que aparentan.
En definitiva, nos hemos gastado lo que no teníamos y ahora necesitamos financiarnos, pero como a más de uno se le ha visto el plumero de insolvente, se ha cerrado el grifo y ya no hay más barra libre para nadie. Ni para empresas, ni particulares, ni estados, ni comunidades autónomas o de vecinos.
Y ahora ¿que? ¿Quién se ha llevado la pasta?.
La respuesta es más triste que otra cosa: nadie, porque la pasta, o mejor dicho el valor sobre el que se asentaba, no existía. Ese apartamento de un dormitorio en el quinto pino no vale 300.000 €, ni acondicionar el cuarto de baño esos 4.500 €, ni tunear el coche pa' dejarlo to' guapo esos 2.000 € del ala. No señor, nos hemos estado engañando en cadena unos a otros y ahora no valemos ni para tomar por ...
Si, ahora miramos a los países emergentes porque tiene liquidez... pero también es mentira... al fin y al cabo su progresión se debe a nuestra mentira, y ahora que no tenemos pasta ¿a quién le van a vender?
Si, se que es un análisis muy personal, es decir, muy poco profesional, pero me da a mi en la nariz que no me equivoco demasiado, y lo peor es... lo que nos queda.
Llegados a este punto, solo puedo recomendar, la mesura, la humildad, el esfuerzo y la resignación. No hay otra.
miércoles, 7 de abril de 2010
Teoria política (mía).
El comunismo es una idea, que en su base, es muy bonita. Inocente, como los cuadros naif, y esperanzadora, como la idea originaria de las religiones mayoritarias que, tienen como preceptos para sus fieles, la práctica de la caridad y la generosidad para con sus semejantes.
Lo malo es que, fuera del campo de la abstracción y el ideario teórico, la puesta en práctica del comunismo es, en si misma, del todo imposible, y por demás, generadora de profundas diferencias e injusticias.
¿a qué viene esto? Sencillamente, he tenido la peregrina idea de intentar descifrar, en términos coloquiales, de barra de bar, las diferencias y matices existentes entre marxismo, leninismo, stalinismo y maoismo (sobrio, eh?).
He empezado por la definición de maoismo, y me he cortocircuitado al segundo parrafo…que le vamos a hacer si uno ya no da pa’ más.
El caso es que, por lo que he entendido, el bueno de Mao pretendía hacer la revolución del proletariado teniendo como base al campesinado, para lo que se le ocurrió la feliz idea de cambiar azadas por fusiles para emprenderla a palos contra los latifundistas.
Claro, como la diferencia numérica entre campesinos y latifundistas era considerable, al final la Revolución consiguió su objetivo. Si, es cierto que unos cuantos campesinos se quedaron por el camino, pero mereció la pena. Ya se sabe, Revolución o muerte.
Pero claro, uno que es muy de sus cosas, me pongo a pensar que ya le vale al bueno de Mao. Si me pongo en la piel de un campesino, que vale, estaría explotado (pero vivo) puedo llegar a la conclusión de que también Mao me ha utilizado para no conseguir nada. Me explico, yo antes estaba dandole a la azada y lo que sacaba se lo llevaba el cabrón del terrateniente, dejandome lo mínimo para sobrevivir. Viene la revolución, y a la azada que le den por el pico, que yo cojo el fúsil y me cargo al terrateniente, o me matan en el intento. Como la azada está en el suelo, el campo lo cultivan mis niños (quizá mis huérfanos), y la producción desciende, con lo que nos sigue quedando el mínimo para vivir. Termina la revolución y lo celebro (o soy un héroe de la Revolución con un bonito monolito sobre mi cuerpo inerte) … pero, después de la celebración, me dan una palmada en la espalda y me vuelven a cambiar el fúsil por la azada. Sigue con lo tuyo, majete, y de lo que saques, nos lo llevamos para repartir entre los compañeros y te dejamos a ti una parte, que casualmente, coincide con la parte mínima que tenía antes de la Revolución. Algo no me cuadra y me quedo con cara de gilipuertas pensando que me la han vuelto a meter por el peor sitio. Otra vez, me han timao.
Soy consciente de que puede ser excesivamente simplista, y por ello invito a cualquiler avezado lector que se tope con estas estupidas líneas que me aclare algunos conceptos (en términos muy simples, eso si) y me responda a esta cuestión: en una sociedad comunista, en la que teoricamente todos somos iguales ¿quién elige y basado en qué criterios quién manda y quién obedece, quién coge el pack de azada y choza y quién el de Palacio y bastón de mando?
Bueno, ahí queda eso.
Lo malo es que, fuera del campo de la abstracción y el ideario teórico, la puesta en práctica del comunismo es, en si misma, del todo imposible, y por demás, generadora de profundas diferencias e injusticias.
¿a qué viene esto? Sencillamente, he tenido la peregrina idea de intentar descifrar, en términos coloquiales, de barra de bar, las diferencias y matices existentes entre marxismo, leninismo, stalinismo y maoismo (sobrio, eh?).
He empezado por la definición de maoismo, y me he cortocircuitado al segundo parrafo…que le vamos a hacer si uno ya no da pa’ más.
El caso es que, por lo que he entendido, el bueno de Mao pretendía hacer la revolución del proletariado teniendo como base al campesinado, para lo que se le ocurrió la feliz idea de cambiar azadas por fusiles para emprenderla a palos contra los latifundistas.
Claro, como la diferencia numérica entre campesinos y latifundistas era considerable, al final la Revolución consiguió su objetivo. Si, es cierto que unos cuantos campesinos se quedaron por el camino, pero mereció la pena. Ya se sabe, Revolución o muerte.
Pero claro, uno que es muy de sus cosas, me pongo a pensar que ya le vale al bueno de Mao. Si me pongo en la piel de un campesino, que vale, estaría explotado (pero vivo) puedo llegar a la conclusión de que también Mao me ha utilizado para no conseguir nada. Me explico, yo antes estaba dandole a la azada y lo que sacaba se lo llevaba el cabrón del terrateniente, dejandome lo mínimo para sobrevivir. Viene la revolución, y a la azada que le den por el pico, que yo cojo el fúsil y me cargo al terrateniente, o me matan en el intento. Como la azada está en el suelo, el campo lo cultivan mis niños (quizá mis huérfanos), y la producción desciende, con lo que nos sigue quedando el mínimo para vivir. Termina la revolución y lo celebro (o soy un héroe de la Revolución con un bonito monolito sobre mi cuerpo inerte) … pero, después de la celebración, me dan una palmada en la espalda y me vuelven a cambiar el fúsil por la azada. Sigue con lo tuyo, majete, y de lo que saques, nos lo llevamos para repartir entre los compañeros y te dejamos a ti una parte, que casualmente, coincide con la parte mínima que tenía antes de la Revolución. Algo no me cuadra y me quedo con cara de gilipuertas pensando que me la han vuelto a meter por el peor sitio. Otra vez, me han timao.
Soy consciente de que puede ser excesivamente simplista, y por ello invito a cualquiler avezado lector que se tope con estas estupidas líneas que me aclare algunos conceptos (en términos muy simples, eso si) y me responda a esta cuestión: en una sociedad comunista, en la que teoricamente todos somos iguales ¿quién elige y basado en qué criterios quién manda y quién obedece, quién coge el pack de azada y choza y quién el de Palacio y bastón de mando?
Bueno, ahí queda eso.
lunes, 22 de marzo de 2010
¿Por qué?
¿Por qué es tán difícil educar? ¿Por qué no hacen caso a la primera? ¿Por que no al menos a la tercera? ¿Por qué me dejan comentarios spam?
¿Quién tiene razón ellos o yo? Obviamente yo, pero entonces ¿por qué me siento tan mal tras imponer mi criterio?
Se han ido a la cama sin cenar, y yo he cenado sin hambre.
Pues eso, caca, culo, pedo, pis... y yo que sé.
¿Quién tiene razón ellos o yo? Obviamente yo, pero entonces ¿por qué me siento tan mal tras imponer mi criterio?
Se han ido a la cama sin cenar, y yo he cenado sin hambre.
Pues eso, caca, culo, pedo, pis... y yo que sé.
domingo, 31 de enero de 2010
Enero
En un intento de quitar las telarañas de este rincón, me dispongo a desgranar lo que ha supuesto este mes, con más voluntad y buena intención que talento e inspiración, según se deduce del título.
Primera lección aprendida el último día del año pasado: San Silvestre sin dorsal ni cajón, nunca mais, o al menos no desde el final del todo. Aunque, como es de año en año, esto seguro que se me olvida el año que viene, pero bueno, semoh asín.
Definitivamente, soy demasiado viejo para mas sufrimiento voluntario y demasiado joven como para rendirme, así que me quedo en los diez kilómetros que es una distancia respetable y suficiente.
Climatológicamente, frio por un tubo. Noviembre, nos engaño con tardes tibias y melosas, y de repente, se puso a soplar en diciembre y todavía no lo ha dejado. No seré yo quién diga que antes no nevaba tanto, o que no hacía tanto frío, o que si esto se debe al cambio climático, o que esto se debe al capricho de los dioses. Lo único que digo es que, tengo ganas de que se acabe.
Recuerdo cuando era un joven, supongo que romático, mas que lo negara y muy a mi pesar, me gustaba la llegada del otoño y los primeros frios, la lluvia y el mal tiempo, pero ahora, que tampoco es que haya madurado mucho, me he hecho indudablemente más cascarrabias, y el frio, la falta de luz y el enclaustramiento no son buenas compañías para un caracter uraño. En fin, cosas de la edad.
Laboralmente, he puesto los pies encima de la mesa (no sobre). Me he plantado y he pedido lo que es mío. No con la esperanza de que me lo den, sino con al menos, la conciencia de que sepan que no soy tonto (no de remate). Tendrán que tomarse la molestia de lidiar con mi reclamación, y hacer frente a la incomodidad de decirme que no. Y sobre todo, lo más gracioso, va a ser oir las excusas y razones por las que me lo van a negar.
Y ahora hablando de cosas serias, la familia bien, gracias.
Primera lección aprendida el último día del año pasado: San Silvestre sin dorsal ni cajón, nunca mais, o al menos no desde el final del todo. Aunque, como es de año en año, esto seguro que se me olvida el año que viene, pero bueno, semoh asín.
Definitivamente, soy demasiado viejo para mas sufrimiento voluntario y demasiado joven como para rendirme, así que me quedo en los diez kilómetros que es una distancia respetable y suficiente.
Climatológicamente, frio por un tubo. Noviembre, nos engaño con tardes tibias y melosas, y de repente, se puso a soplar en diciembre y todavía no lo ha dejado. No seré yo quién diga que antes no nevaba tanto, o que no hacía tanto frío, o que si esto se debe al cambio climático, o que esto se debe al capricho de los dioses. Lo único que digo es que, tengo ganas de que se acabe.
Recuerdo cuando era un joven, supongo que romático, mas que lo negara y muy a mi pesar, me gustaba la llegada del otoño y los primeros frios, la lluvia y el mal tiempo, pero ahora, que tampoco es que haya madurado mucho, me he hecho indudablemente más cascarrabias, y el frio, la falta de luz y el enclaustramiento no son buenas compañías para un caracter uraño. En fin, cosas de la edad.
Laboralmente, he puesto los pies encima de la mesa (no sobre). Me he plantado y he pedido lo que es mío. No con la esperanza de que me lo den, sino con al menos, la conciencia de que sepan que no soy tonto (no de remate). Tendrán que tomarse la molestia de lidiar con mi reclamación, y hacer frente a la incomodidad de decirme que no. Y sobre todo, lo más gracioso, va a ser oir las excusas y razones por las que me lo van a negar.
Y ahora hablando de cosas serias, la familia bien, gracias.
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