Ya volvimos de la playa y hemos vuelto a trabajar los adultos, porque los niños siguen de vacaciones desembarazandose de las rutinas del invierno y sus horarios.
Como no es plan de contar mis vacaciones cual redacción del cole, o pesadisima sesión de diapositivas, unicamente esbozaré unas pinceladas y conclusiones entresacadas de mis alegrias y desgracias durante este período:
1 Contratar un apartamento por internet conlleva sus riesgos. Lo que yo pensaba que tenía atado y bien atado, a saber: coquetuelo apartamento playero tranquilo, fresquito, con lavadora y piscina para los churumbeles, resultó ser un minúsculo apartamento caluroso y cutre, situado sobre dos terrazas de concurridos restaurantes (no una, DOS!!!), que nos llevó a un disgusto, zozobra, cabreo, discusión en elevado tono con el propietario y la final y feliz resolución del contrato de arrendamiento (todavía el cachondo de propietario me decía que el no sabía que las terrazas abrían en verano... y eso que le pregunté por escrito que si era tranquilo... sin comentarios).
2 La zona de Huelva, todavía por explorar. Como parece que no va a ser la última vez que vayamos para allá he de decir que, aunque tiene muchas posibilidades, también es cierto que tiene muchos inconvenientes y hay que conocerlo bien. La localidad en particular, es un sitio curioso, en la medida en que, tratándose de un sitio de playa, mas bién parece un populoso barrio más de cualquier capital andaluza. Como me dijo una indígena, quizá es poco "piho" para mi... me quedé un poco perplejo, pero en tardía reflexión (como es costumbre) me di cuenta de que es muy posible que tenga razón. Desde luego, mi idea era otra cosa no tan bulliciosa. Por cierto, los responsables de urbanismo, movilidad, o como demonios lo llamen allí, deberían ser gaseados con carácter de urgencia.
3 Como suele ocurrir, Miguel aborreció la playa y la arena hasta el día antes de venirnos en que disfrutó una barbaridad. Balance: trece días montando el pollo cada vez que llegabamos a la playa, agarrandose a mi como un koala para no tocar la arena, y un día encantado de la vida con la arena y jugando con las olas... cosas de niños, ya se sabe. Lo de Ana era diferente: montaba el pollo todos los días porque no quería ir a la playa, y cuando tocaba la hora de volverse, lo montaba porque no quería irse de la playa. (nota recordatorio: pedir a los Reyes Magos barra libre de paciencia).
4 Nota de índole económico-doméstico: un bote de Cola-Cao nos dura justo dos semanas. Si alguna vez me quedo sin recursos, habrá que plantearse poner un negocio de hules de cocina en un lugar de playa.
5 Otras notas para recordar: El Rocio a las 14 horas de principios de agosto es algo más que caluroso. Si montas en una lancha y no quieres mojarte, no te pongas en la parte delantera. El Monasterio de La Rábida es muy recomendable, en cambio la recreación de las carabelas de Colón un tanto decepcionante, aunque para los niños es curioso. El pescado típico local, las acedías, ni fu ni fa, pero las coquinas y las almejas exquisitas. A Portugal le sigue haciendo falta "una mano de pintura", aunque sigue teniendo un encanto indiscutible.
La canción del verano: "La Luna che chube (las estrellas tambén)" por Miguelito el Cariñoso.
Creo que eso es todo.
Saludos.
miércoles, 27 de agosto de 2008
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